Bill
Al fin sonó. Sonó aquel sonido sinónimo de recompensa que hace una buena lata cerveza al ser abierta tras un largo día. Dio un sorbo. Bien fría, como a Bill le gustaba. Por fin pudo sentarse en el sillón de su casa, si es que a ese piso triste y solitario se le podía llamar casa. Se encontraba cansado, harto de tener que trapichear y buscar chatarra en los contenedores de basura para poder buscarse la vida, apenas conseguía dinero, al menos, no lo suficiente....